«Sueño con un estadio naranja mudo y cincuenta padres argentinos gritando»

«Sueño con un estadio naranja mudo y cincuenta padres argentinos gritando»

Mal indicio si se la nota taciturna o melancólica. Mejor es ver a la Silvina D’Elía de sus mejores días: la arrebatada, la impulsiva, la que se lleva el mundo por delante. Su garganta enrojeció de pasión en el debut del Mundial, con esos dos goles calcados de córner que anotó para vencer a Sudáfrica (4-1) y abrir el camino de las Leonas. Es la misma que en 2003, con 17 años, fue convocada por Sergio Vigil para sumarse a las campeonas del mundo. Aquella que siendo tan joven empezó a angustiarse con los vuelos de Mendoza a Buenos Aires y terminó renunciando porque sentía que no la cuidaban.

El punto de quiebre fue el día en que su vuelo se retrasó, llegó a Buenos Aires a la 1 de la mañana y las puertas del Cenard estaban cerradas. Cuando logró que la atendieran, le avisaron que no podían hospedarla porque la Confederación Argentina de Hockey no había hecho la reserva. Ese domingo llamó llorando a Cecilia Rognoni porque no tenía adónde ir. Y aquella enorme defensora, que hoy es madrina de las Leonas en el Mundial, la urgió a que se quedara a dormir en su casa. Finalmente le consiguieron una habitación en el Cenard, pero al día siguiente se reunió con Cachito, Rognoni y la psicóloga Nelly Giscafré para analizar la situación. Y acordaron en que lo mejor era que regresara a Mendoza para reencontrarse con la calidez familiar y recuperara su vida colegial. Fue feliz durante todo ese período en su provincia y se olvidó de las Leonas, hasta que se reincorporó en el seleccionado en 2007, citada por Gabriel Minadeo. Más adelante en el tiempo, dio un gran salto cualitativo con la sucesión de títulos bajo la conducción de Carlos Retegui.

«Hoy atravieso un gran momento en mi vida personal. Se dieron varias cosas para que en este Mundial estuviera muy bien: voy a ser tía por quinta vez y en agosto arranco periodismo deportivo en la Universidad de Palermo. Además, con mis hermanos lanzamos una marca de ropa deportiva para hockey y rugby con mi imagen. Hay etapas en las que la pasás mal, como en 2003 o lo que me sucedía hace un año, pero ahora disfruto», comenta la defensora de 28 años.

-No sos de las más grandes pero se nota que tu liderazgo en el equipo pesa.

-Tiene que ver con la posición en la que juego, en el medio de la defensa. Si ahí atrás no hablás, después se hace un poco difícil para todas. Y es como un círculo: como me escuchan en la cancha, luego dentro del grupo también. Al mismo tiempo estoy tratando de manejar las formas de transmitir el mensaje porque soy superapasionada. A veces me cuesta bajar las revoluciones y dejar de lado el enojo. El papel del liderazgo te lo vas ganando cuando las otras ven que la comunicación es efectiva.

-¿Te pasó haber cometido errores en la cancha por desgastar energías en dar indicaciones?

-Sí, y a veces me da bronca porque pienso que tendría que pensar más en mi juego. Pero no: hablar es parte de mi función en el puesto. Si veo que estamos compactas, estoy más tranquila.

-¿Qué pensás de los Estados Unidos, el próximo rival?

-Lo tengo acá [se apunta en la frente]. El otro día justo hablaba con alguien sobre el vestuario de Guadalajara, después de perder la final de los Panamericanos, y la verdad es que fue muy triste, muy triste. Aquella vez fueron superiores, distinto a los Juegos de Londres 2012, cuando también perdimos con Estados Unidos pero habiendo hecho todo bien para ganar. A ellas les faltan manos para desequilibrar con habilidad como nosotras, pero crecieron mucho tácticamente con su DT inglés. Si entramos en la fricción que proponen y a fastidiarnos entre nosotras vamos a perder; hay que jugar a dos toques.

-Holanda goleó en los dos primeros partidos del Mundial. ¿Qué sensación te deja?

-Yo les decía a las chicas que a veces idealizamos demasiado a las holandesas. Tira el penal Maartje Paumen y ahhhh, mirá lo que hizo. Idealizamos todo y nos ponemos en una actitud, capaz, de admiración. Me da bronca que nosotras mismas nos ubiquemos en ese lugar, porque las Leonas somos capaces de hacer lo mismo que ellas o más. Podés respetar y rescatar las cosas buenas de Holanda, pero a veces parecería que ellas hicieran todo bien y no es así: tienen un montón de puntos débiles, como la defensa, la defensa del córner y les podemos jugar como a cualquiera. Pero no me quiero adelantar a hablar sobre ellas porque lo más importante hoy es Estados Unidos.

-Pero una mirada global del Mundial debés tener…

-Pienso que si estamos bien es muy difícil que nos ganen. Todos los días sueño con un estadio naranja mudo y cincuenta padres argentinos gritando.

Fuente: Gastón Saiz para La Nación

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