Paz Biondi: «Manifestándose»

Paz Biondi: «Manifestándose»

Manifestándose
Un partido. Un conjunto de intenciones desordenadas. Un esquema de lo que debería resultar. La mezcla exacta de días y días de laburo intenso y prolijo. De exigencias propias y ajenas que vistas como un todo llevan el nombre de equipo. Las partituras y los acordes de un esquema físico disfrazado de entrenamiento.
Nos corrige.
Nos destraba.
Nos impulsa.
Hasta lograr afinarnos.
Por un momento dejamos de pensar en el resto de las obligaciones. En lo que no llegamos a hacer por falta de horas. De minutos o de segundos. Y estamos ahí, en partes, pero estamos. Y el silbato nos reacomoda las prioridades. Nos despierta. Nos dice con la voz de un nene que quiere golosinas y es intenso como todos lo fuimos. Y no se cansa de repetirte una y otra vez “che flaca enfócate” y se te viene todo el miedo junto y también la seguridad. Sos como una especie de contradicción con un palo en la mano. Y pensas que ya se va a ir. Que tenes que pensar en positivo. Pero vuelve, como cuando sueltan de golpe un elástico que estiraron mucho y te pega en el pecho. Así. Y ese ratito en que te fuiste. En que luchaste con tus monstros te metieron el gol. Y volves al principio. Otra vez. Tus ojos son la plaza de mayo manifestándose. Y hay carteles por todos lados. Y gente. Mucha gente. Te acordas de todos. Están ahí y no dejan de gritar. Pero vos sos fuerte. Y volves a escuchar esa voz. Y vuelve el nene y te gana por cansancio como hay que hacer con los sueños. Y logras estar. Y te haces ver. Y entendes todo lo que haces por semanas y semanas. Y haces valer los despertadores que programaste por años por ser responsable y consecuente. Y el palo te sigue. Y se queda con vos. Y corres. Corres como nunca. Como si fuera el último día. Y llegas, estas ahí. Donde el entrenador apuñaló tantas veces la carpetita para que estés. Todas esas veces que estiro los brazos para darte indicaciones porque así le enseñaron que se forman corazones. Que se forman pibas y pibes valientes. Y lo entendiste. Quizás no antes pero justo ahora sí. Y te das un golpe imaginario. Como una especie de correctivo emocional y apuntas al ángulo. A donde siempre deberíamos llegar. Pero para eso hay que aprender a escuchar.
Quizás te llevo un partido entenderlo. Quizás todavía estas en esa etapa de maduración. Y el nene todavía no aprendió a hablar. A sacarte de la nube en la que te metes cuando no te dan ganas de crecer. Quizás, no lo se. Pero es importante que sepas que podes empezar cuando quieras. Que podes destrabarte. Que podes exigirte. Que podes esforzarte, impulsarte y corregirte. Que eso depende de vos.
Un partido no es solamente un juego. Una cancha. Dos tiempos. Un partido lo formas todos los días. Pero quédate tranquilo si aun no te paso nada de esto. A veces para reacomodarte hace falta estar un gol abajo.

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